Una voz desatada, irónica, obscena, que urde una trama paródica, violenta, mordaz y desopilante que vuelve a abrir camino para las mujeres escritoras e ilumina los sectores prohibidos para sus firmas. Como un cartel de neón que hubiera permanecido apagado y ahora se enciende con alguna forma de luz cegadora, y que en esta compilación nos acerca verdaderas joyas que hasta ahora desconocíamos. Hablo, por ejemplo, de "Sala de Psicopatología", un texto fechado en 1971 que parece lograr de manera sucinta y perfecta la síntesis de esa complejidad al menos doble de la obra de Pizarnik: un registro hiperculto e hipercuidado para la escritura de sus poemas "publicables" y un registro que podríamos llamar deslenguado para los "impublicables", con una violencia y una voluntad paródica cercana a la de Osvaldo Lamborghini, y que resulta asombroso a la luz del aquel primer registro. Este texto inédito hasta ahora logra una síntesis realmente llamativa donde se aúnan la pasión por la cita de las lecturas preferidas (Rimbaud, Kafka, Freud, Nietzsche, Éluard), el humor que hiere como un bisturí, el estallido experimental de los géneros (poesía en prosa, verso, diario, porno, autoparodia) y la tersura inigualable de algunas líneas de esa Pizarnik "publicable". Todo ello tramado con una despiadada crítica al mal psicoanálisis post-Freud en la que surgen lapidarias iluminaciones: esa apuesta a la visibilidad del deseo gay francamente valiente, y esa asimilación deslumbrante de la belleza verbal de la psicoterapia con el suicidio.
Justo en el borde de esos textos autorreferenciales como el diario, donde cada uno de nosotros puede mirarse un poco en el espejo y al mismo tiempo permanecer shockeado por el asombro ante una estimulante extrañeza estética ("Soy una perra a pesar de Hegel"), este texto y esta escritura llaman la atención sobre cuánto quedaba por hacer aún en la obra de Pizarnik.
Justo en el borde de esos textos autorreferenciales como el diario, donde cada uno de nosotros puede mirarse un poco en el espejo y al mismo tiempo permanecer shockeado por el asombro ante una estimulante extrañeza estética ("Soy una perra a pesar de Hegel"), este texto y esta escritura llaman la atención sobre cuánto quedaba por hacer aún en la obra de Pizarnik.
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